| Como ya es costumbre del MEC de Cuba en esta tierra de montañas y titanes, cada año miramos hacia el punto más alto de la cordillera de la Gran Piedra ubicada a 1234 msnm, y con el ímpetu de la juventud y la gracia de nuestro señor Jesucristo nos aventuramos en un camino de poco más de 10 km en ascenso, en el que la fauna y la vegetación exuberante nos hace compenetrarnos más con la creación. Dijo José Martí que subir montañas hermanaba hombres, claro sabemos que se refería a todos los seres humanos, hombres, mujeres, jóvenes, adolescentes y demás, lo que me parece muy acertado ya que el esfuerzo de compartir una meta nos hace más unidos.
El sábado 19 de abril en un proyecto conjunto con la UJC provincial los jóvenes del MEC-C en Santiago estuvimos por esos caminos, con el objetivo de adentrarnos más en el mundo de la ecología ligada con la mística y la espiritualidad cristiana, en lo que hoy se conoce como ecoteología. La ecoteología en su sentido más amplio trata de buscar el verdadero sentido de la creación, y hacer ver la espiritualidad y lo divino que hay en cada elemento del universo que nos rodea. Es demostrar que Dios está en cada ser, en cada hábitat, en cada relación, y que nosotros hombres y mujeres no somos los dueños de su obra, sino los encargados de cuidarla y hacerla duradera. Esta corriente de pensamiento viene contrarrestando el sentido despótico que por muchas generaciones se le han dado a algunos textos bíblicos y al pensamiento filosófico moderno que pone al hombre como dominador y subyugador de la naturaleza. Así como la visión apocalíptica del mundo que hace a algunos cristianos entes pasivos, que solo se preocupan de un mundo que está por venir y descuidan el actual que nos ha entregado Dios.
La comunión con Dios y su creación no pudo ser más perfecta ese día; todos los jóvenes allí presentes, sentimos la lluvia sobre nuestros rostros, las nubes en nuestras manos, el aire más que puro en nuestros pulmones, el silencio de las piedras, el canto de los pájaros, las risas de los amig@s junt@s. No solo el esfuerzo de conseguir una meta común nos puede unir, también el amor y la dicha de saber que somos un@ con Dios y el universo. Damos gracias al Señor por la experiencia, y contamos los días para que el próximo año podamos repetirla.
Con un enfoque similar, buscando la compenetración del ser humano con la naturaleza que nos rodea, y reconociendo la forma acertada de relacionarnos con Gaia, (nuestra madre tierra), se desarrolló un trabajo de limpieza a la bahía de Santiago de Cuba. El modesto aporte que pudimos hacer al saneamiento de uno de los espacios marinos más contaminados de país, estuvo matizado por el debate y el dialogo inteligente. Entre la alegría de ayudar, la fatiga del trabajo, la acostumbrada sección de fotos y el desespero de algunos por probar la playa encontramos un espacio para discutir un artículo titulado “Iniciándonos en la ecoteología” escrito por Ricardo González Kindelán sociólogo y biblista que trabaja para el Centro de Capacitación y Dialogo B.G.Lavastida.
Este escrito que vino acompañado de definiciones, contextualizaciones de problemas, alternativas y nuevos puntos de vistas nos acercó más a la presencia de Dios en el pensamiento ecológico. Con respecto a los puntos de encuentro el texto define “Los desafíos ecológicos provocan a la teología. Hacer teología es preguntar siempre: ¿Cómo se relaciona todo esto con Dios ? las cuestiones suscitadas animan a la teología a revisar concepciones del pasado, a proyectar otras y en razón de los nuevos problemas, actualizar antiguas visiones que quedaron en el depósito de nuestra experiencia acumulada”.
¿Qué debemos lograr?
Primero cambiar el pensamiento errático, hacia un mundo que nos es dado para cuidar y disfrutar, no para dominar y expoliar. Pensarnos defensores de un reino en el que solo tienen que desaparecer la maldad y lo que degrada la vida, teniendo por certeza que la obra creadora de nuestro Dios permanecerá para siempre. Darle un significado diferente al entorno que reconocemos como nuestro, que no solo es la casa, el cuarto, la iglesia; son también la ciudad llena de vida, el bosque que limpia el aire, el mar que nos alimenta, el río que baña el valle, todo cuanto nos rodea y a la vez nos sustenta como madre protectora.
El aliento vital que sopló Dios sobre el hombre, es justo el mismo con el que el universo se empeña para mantener la vida, es el todo relacionándose con lo simple, es la gracia de cada esfuerzo personal que contribuye con lo justo, con lo sublime que es el regalo del Creador. Dios se hace visible a través de la perfección de este mundo, como dice el salmo 19 “Los cielos cuentan la Gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. El equilibrio natural es un legado que las malas obras de hombres y mujeres han destruido por años, y si existe una marcada crisis ecológica no es otra cosa que la globalización de una profunda crisis a nivel individual. El mundo debe cambiar para bien, y para ello cada esfuerzo personal será imprescindible.
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